miércoles, 1 de julio de 2020

Mis experiencias 2

A finales del año 2014 hice un cambio de vivienda que es donde actualmente vivo y el dia 17 de abril de 2015 tuve un sueño:

“Yo iba atravesando el puente del río a la altura de lo que era antes el Eroski. Vi un carro de gitanos y a un matrimonio de gitanos rumanos. No recuerdo mucho el porque pero ellos me pedían que orase por su hijo pequeño que estaba enfermo y al orar yo por ese pequeño se sanaba.

Yo estaba hablándoles del Señor a ellos y el marido me decía: Yo quiero eso que tienes tú. Por que vieron el poder de Dios manifestado en su pequeño. Entonces recibieron al Señor y se iban ya pero la mujer me abrazó y me dijo: Adios, se despide tu hermana Mina.

Yo me quedé mirando cómo se iban y mirando a la gente que iba por la calle pude ver a un hombre que tenía su mano en su pecho y me saludó sonriendo a lo lejos. Yo pude reconocer que era un enviado de Dios y me dirigi hacia donde él estaba, pero el se metió entre la gente y desapareció y dije en el sueño: Señor era un ángel.

Pasaron 2 días desde que tuve ese sueño y se lo dije a mi esposo, ese sueño me tenía todo el día meditandolo y yo me preguntaba Señor será que tu quieres algo con las gitanas rumanas que viven en el descampado de enfrente de mi casa.....

El dia 19 al salir del culto venía con mi marido hacia mi casa en nuestro coche. Casi llegando a nuestro piso vi a un grupo de unas 8 o 10 mujeres de estas rumanas que viven cerca de mi casa. De momento, no supe el porque, sentí la necesidad de hablar con ellas y al pasar por su lado le dije a mi marido: Ginés para el coche!!. El me miró extrañado y me dice: que dices? y yo le repetí: para el coche tengo que hablar con ellas.

No era fácil tomar esa decisión por que yo vivo en un piso que está en medio de la huerta, solo está el edificio y alguna casa de huerta. En medio de la noche, todo a oscuras menos la luz de la carretera, un grupo de mujeres desconocidas, pero el impulso de Dios fue más fuerte que las circunstancias.

Me bajé del coche y le dije a mi marido súbete que ahora subo yo.

Me acerqué a ellas y las saludé, me di a conocer como gitana ante ellas y les pregunte que si entre ellas había alguien que se llamase Mina. Apenas solo una de ellas hablaba más español, las otras apenas nada. Me respondieron diciendo que no.

Les expliqué que yo era cristiana y que Dios me había mostrado un sueño pero ellas no me entendían.

Entonces vino una que se llamaba Dorina y le estuve explicando todo a ella. Cuando le pregunté por el nombre de Mina me respondió que ella tenía una cuñada que se llamaba “Lomina o Lumina”.

Le pregunté si su cuñada era casada y me dijo que sí y que tenía 3 hijos.

Ella me preguntaba que pasaba en mi sueño y yo le pregunte ¿tu cuñada tiene algún niño enfermo? y me dijo que si.

Cuando ella me respondió a mis preguntas yo rompí a llorar a temblar y a hablar en lenguas. Y ellas cuando comenzaron a escucharme hablar en lenguas, yo las veía como se hablaban entre ellas y se hacían señas como si supieran lo que estaba pasando, entendían que yo estaba hablando en lenguas, les era conocido.

Cuando pare de dar las lenguas les explique lo que me había pasado en ese momento y que en ese sueño yo oraba por ese niño.

Ellas me dijeron entonces que también conocían el evangelio, que eran pentecostales y que una de ellas estaba bautizada. Quedé para ir otro día a visitarlas y estar con ellas un rato.

Yo no salía de mi asombro por lo que Dios me había descubierto y entonces llamé a mi Nieves para que me acompañase a esa visita.

No recuerdo bien si fue a otro día o un día más, que me dispuse a visitarlas con mi Nieves. Yo ya le había contado todo a la Nieves.

Llegamos donde ellas vivían y nos conmovió su entrega, su amabilidad, porque dentro de su pobreza, de su humildad, nos limpiaron una zona que era de tierra, la regaron hasta con agua y con una tabla improvisaron una pequeña mesa. Nos pusieron 2 de las mejores sillas que tenían roticas para nosotras y se fueron andando más de 2 kilómetros a pleno sol para traernos unos refrescos.

La Nieves y yo no podíamos contener la emoción de ver la forma en que nos estaban tratando, dándonos tanto honor, me conmovieron lo más adentro de mis entrañas. Nos lavaron unos vasos, los mejores que tenían y nos los pusieron con refrescos.

Yo miraba a la Nieves y le decía, Nieves no podemos hacerles el feo de no beber, aunque sólo sea un trago, por el amor con que nos están sirviendo y aunque nos de asco porque no viven como cualquier familia, ni tienen lo básico, no podemos hacerles daño.

Creerme que me sentí entre esas humildes personas como una reina, me hicieron sentir importante sin ser nada y comencé a llorar. A la Nieves le pasó lo mismo, estábamos impactadas por que nunca antes nadie nos había tratado así. Nos dieron tanta honra que yo decía Señor no soy digna, me recordaba a los apóstoles, como ellos eran recibidos y más llanto me daba.

En esa reunión estuvimos hablándoles del Señor y canté alguna alabanza. Ellos lo que nos pidieron fue que alguien fuera a predicarles querían la palabra del Señor. Pero lo que más me impactó fue que mientras hablaba con ellos me dijeron mira, ves esa mujer, ella lleva aquí poco tiempo, no recuerdo cuantos meses me dijeron, y dijeron ella es cristiana bautizada y cada día ora al Señor para que viniese alguien cristiano con quien poder hablar del Señor.

En ese momento fue abierta mi mente y rompí a llorar por que Dios me dió a entender que si yo estaba allí, que si yo tuve ese sueño, que si yo me cambié de casa fue por la oración de esa persona.

Dios me movió por la oración de su hija que llegó hasta el tercer cielo, para darle respuesta a su oración. La Nieves y yo no parábamos de llorar y al final les indiquemos la iglesia más cercana por si querían ir a congregarse por que ellos lo que pedían era la palabra”

Grandes son tu maravillas Padre.

domingo, 21 de junio de 2020

Mis experiencias: 1

Introducción.

A través de este medio quiero compartir algunas de las experiencias que he vivido con el Señor. Sé que para muchos no van a ser creíbles, algunos puede que hasta se burlen, pero también sé que hay un gran número de personas que saben lo que es experimentar la vida del Espíritu y les va a hacer bien, y también sé que es propósito de Dios que lo cuente por estos medios, ¿por qué? no lo sé, solo él conoce los tiempos y los porqués.

Bueno pues comenzamos esta nueva andadura.

La siguiente experiencia que quiero contar la viví cuando tenía el cargo del mini coro de la iglesia de Murcia donde por entonces solo había una iglesia en la capital Murciana. Entró de pastor el hermano Guillermo de Alcantarilla y el primer domingo nos reunió su esposa a todas las mujeres antes del culto para orar, yo no conocía a esta hermana de nada, solo de verla en los cultos.

Comenzó la oración y me vino revelación de Dios, tuve una visión con profecía…

 - La vi tirada en el suelo de una habitación orando, y me dijo el Señor… “Ella está orando y ayunando muchos años por una petición, dile que Yo hoy en este día, vengo concediendo su petición” A mí me costaba mucho dirigirme a ésta hermana porque no la conocía de nada, pero me dejé llevar por la orden de Dios y cuando terminó la oración le dije: 

- Hermana Dolores, ¿puedo hablar contigo? A lo que ella respondió: - ¡Claro hermana!, dime qué quieres. Y volví a decir: - Hermana he recibido palabra para ti. El Señor me ha dicho que, “la petición que le estas pidiendo desde hace años con oración y ayuno, hoy, en este día viene concediéndotela”. Ella me contestó enseguida un poco sorprendida.

 - ¡No, no, no, yo no tengo ninguna petición! que va, yo estoy bien, yo no estoy pidiendo nada. - En ese momento me hizo mucho daño sus palabras porque yo fui con la convicción de que Dios me había hablado y con la seguridad de que yo conocía su voz. Comenzó el culto y yo estuve todo el tiempo orando, pidiendo a Dios que me justificase y recibí convicción y confirmación por medio de la palabra, de que lo que yo había recibido era verdad y le dije al Señor…

 - “Padre, yo conozco tú voz, sé que tú no me has engañado y por fe sé que me vas a justificar”. Terminó el culto y me fui a casa. Al día siguiente no había culto porque era lunes y los lunes no se hacía culto en la iglesia, pero al día siguiente…

Me dirigía hacia la puerta del culto, y unos metros antes de llegar, veo la hermana Dolores como sale corriendo hacia a mí llamándome.

 - ¡Hermana, hermana, tengo que decirte algo! Llegó hasta donde yo estaba y me relató. - Hermana perdóname, es verdad que tenía una petición desde hacía años pero no me acordaba. El Señor ha hecho algo grandioso en mi casa. Sucedió después del culto, cuando nos íbamos en el coche de camino hacia mí casa. Íbamos hablando el hermano y yo cuando de repente nos llamó nuestra hija y me dijo…Mama, mama, el oído ¡¡PUMB!! No le hicimos mucho caso pero ella insistía… …

¡Mama, mama, el oído ¡¡PUMB!! Hermana ¿sabes qué pasó?, pues resulta que mi hija estaba sorda de ese oído y en ese momento el Señor la sanó y comenzó a oír. En ese momento fue cuando recordé mi petición y me acordé de tus palabras, perdóname por haberte hecho daño, pero ha sido sin querer. 

Yo le di las gracias a Dios por haberme justificado y a través de ese acontecimiento me acerqué mucho a ésta hermana y nos pudimos conocer más mutuamente. Le tomé mucho afecto y cariño, mantengo una buena relación con ella, sólo que ella vive en otra población y no podemos vernos como quisiéramos. Que Dios bendiga mucho tu casa mi hermana Dolores.