Desde hace mucho tiempo, años, pensaba que mi esposo fue una petición que el Señor me concedió, pero hace poco descubrí que no era cierto y me sorprendió mucho, ya que según su palabra dice en,
Gn 2:18: "Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él."
Mi esposo no me fue dado a mí, sino por el contrario yo fui dada a él.
Gn 2:21-22: "Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del, hombre, hizo una mujer, y la trajo al, hombre."
El Señor me preparó durante mi vida para ser la esposa y compañera idónea de mi esposo, no otra, sino yo. Por lo tanto nos complementamos dentro del orden establecido por Dios.
Muchas veces, divagamos en nuestras vidas como cristianas sin seguir el orden de Dios.
El Señor estableció un orden en cuanto autoridad en el seno familiar, de la misma forma que lo hizo en la forma de servir en la iglesia. Las ovejas están sometidas al pastor, el pastor al responsable, los responsables a los dirigentes nacionales (el presidente) y todos juntos sometidos a Jesucristo que es la cabeza.
Su palabra nos enseña que el es la cabeza, él es el esposo y nosotros la esposa, por lo tanto, la esposa esta sometida a autoridad en su esposo, recordad lo que nuestro hermano Pablo nos dice en,
Ef 5:22-24: "Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo."
En muchos casos esta norma establecida por el Señor es rota por nuestra propia humanidad y deseo de controlar todo, sin tener en cuenta, quizás por ignorancia, que no es así como esta establecido.
Es cierto que en muchos hogares son las mujeres las que llevan las riendas de la casa a causa de la incapacidad del varón, bien sea por descuido, irresponsabilidad o quizás también, puede que sea… piensa un poco… ¿pudiera ser que tú no le dejas ejercer autoridad a tu marido en la casa queriendo tomar tu el dominio de todo?
Cada uno de vosotros tenéis un papel que desarrollar en el seno familiar, a nivel carnal y espiritual.
La esposa no puede quitar ni suplantar la autoridad que ha sido dada al esposo por Dios.
Gn 3:16: "A la mujer dijo: .....y tu, deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti."
En muchas ocasiones disputamos decisiones con nuestros esposos, que puede que en algunos casos realmente no tengan razón, pero si el toma la decisión equivocada es cosa suya dar cuentas.
Nuestra obligación es someternos y obedecer a la autoridad que nos ha puesto el Señor. Quisiera que abrieseis vuestro intelecto para entender lo que estoy diciendo sin malos entendidos.
Un ejemplo, para que me entendáis:
Un pastor en su iglesia comete un error y la iglesia se somete y obedece. La iglesia no es la culpable sino su pastor, la iglesia ha obedecido como bien dice la biblia, por lo tanto el encargado de dar cuentas por su acto es el pastor.
Heb 13:17: "Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso."
¿Os dais cuenta?, mi función es someterme y obedecer, aunque no me guste mucho, y si crees que esta equivocado ponte delante del Señor y dile, como yo aprendí de un matrimonio en la emisora cristiana, “Señor tienes un problema con tu hijo, trata tú con el”.
A mí personalmente, me cuesta mucho aceptar muchas de las decisiones de mi marido porque yo siempre he sido muy independiente, aprendí desde niña a valerme por mi sola y me cuesta mucho ceder, pero he aprendido ha dejarlas en sus manos porque creo que Dios le ha capacitado para eso, para ser la cabeza de mi hogar.
Muchas de vosotras os preguntareis ¿y si mi esposo no es cristiano qué, también lo dejo llevar todo y me someto a él?, mira que dice nuestro hermano Pedro,
1P 3:1-2: "Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa."
La mejor forma de ganar a tu esposo para el Señor es por medio de tu testimonio, que él vea el cambio en ti.
El papel que Dios te ha designado en tu hogar es muy importante, debes ser compañera, esposa y apoyo de tu marido, pero también eres la encargada de la educación de tus hijos. En ti van a descubrir sus valores mas importantes para conducirse en la vida y ser cristianos, tienes mucha responsabilidad en tus manos y siempre vas a contar con el respaldo de la autoridad de tu marido como señal de respeto y alguien al que imitar cuando sean mayores.
Pr 22:6: "Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él."
Los niños en edades tempranas son como esponjas, absorben todo lo que ven y aprenden de sus mayores, y eso que aprenden de niños, va forjando su carácter hasta que se hacen mayores.
No creáis que cuando se hacen adultos aprenden su carácter en dos días saliendo con los amigos. Por el contrario les sale lo que han aprendido a lo largo de su corta vida, y si han tenido un buen ejemplo, vivirán sabia y honradamente, con unos valores muy fuertes para guiarse en su caminar y bien fundamentados en la fe.
Un principio que debemos saber y aprovechar al máximo es,
Pr 14:1: "La mujer sabia edifica su casa; Mas la necia con sus manos la derriba."
No solo hemos sido llamadas al servicio en nuestro hogar, sino que también a servir en la iglesia y ser de ayuda para otros.
Tit 2:3-5: "Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada."
A través de nuestra experiencia y testimonio personal podemos instruir a las más jóvenes, siendo un espejo en donde puedan mirarse.
La más insignificante de tus experiencias puede ser una puerta abierta para alguien que desconoce la salida. Las cosas que tú ya has vivido, pueden ser de mucha ayuda a la que tienes a tu lado, piensa por un momento, cuando tú pasabas por ahí, si hubiese venido alguien diciéndote que tenías que hacer y por donde debías andar para no caerte.
Ec 4:9-10: "Mejores son dos que uno; porque tienen, mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero......."
Siéntete dichosa y privilegiada de poder ser de ayuda para otros, aunque en su momento tu lo pasases mal, ahora es para testimonio de otros.
Es muy importante saber que lugar tienes en Dios y a que has sido llamada, para ejercer tu labor con éxito, porque Dios a quien llama también lo capacita.
2Co 3:4-6: "Esta es la confianza que delante de Dios tenemos por medio de Cristo. No es que nos consideremos competentes en nosotros mismos. Nuestra capacidad viene de Dios. Él nos ha capacitado para ser servidores de un nuevo pacto, no el de la letra, sino el del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida."
Por lo tanto, hay que aprovechar el tiempo siendo diligentes.
Ef 5:15-16: "Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos."
Debemos ser mujeres de fe y de primera línea de batalla ya que tenemos mucha responsabilidad a nuestro cargo, y ser un apoyo en todo tiempo para nuestros maridos, hijos, familia, hermanas, en definitiva para el pueblo de Dios.